Ya tenemos en Fuenlabrada la delegación de El Ratoncito Pérez para que los peques puedan entregar sus cartas y recoger los regalos cuando se les caiga un diente.
Ven a ver la casita del Ratoncito Pérez y déjale una carta para que el te pueda hacer un regalo.
¿Quieres Conocer la verdadera historia del Ratoncito Pérez?
«El rey niño Buby I colocó su diente debajo de la almohada, como es costumbre hacer, y esperó impaciente la llegada del ratoncito. Ya se había dormido cuando un suave roce lo despertó. De pronto, sintió una cosa suave que le rozaba la frente. Se incorporó, y sobresaltado, vio delante de sí, de pie sobre la almohada, un ratón pequeño , con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja, sobre la espalda. Era el mismísimo Ratoncito Pérez.
Buby era un niño curioso y travieso. Su madre le llamaba cariñosamente Buby, aunque su nombre era Alfonso. Cuando Buby empezó a experimentar cambios en el interior de la boca. Una noche tras poner su diente bajo la almohada, Buby esperó a que llegase el famoso roedor. Una vez hechas las presentaciones e intentos de cogerle la cola al ratón, el niño convenció a Pérez para que le llevase con él durante el resto de su viaje nocturno. Como Buby era tan grande y no podría acompañarle en su labor de repartir regalos, El ratoncito Pérez le metió unos polvos pica pica por la nariz. El rey Buby estornudó estrepitosamente y por un prodigio maravilloso, que nadie hasta hoy ha podido explicar, quedó convertido en el ratón más lindo y primoroso.
Así, Buby pudo acompañar al Ratoncito Pérez hasta su casa, Allí tomaron te y estuvieron conversando hasta que Pérez tuvo que ir a visitar a otro niño. Al llegar a la casa del otro niño, el Rey Buby descubrió que el niño vivía con su madre en una casa muy pequeña y se dio cuenta de que eran muy pobres.
Gracias a este viaje, Buby descubrió que había otros niños, que pasaban hambre y frío. Por ese motivo quiso premiar la labor del Ratoncito Pérez con kilos y más kilos de queso para que siguiera regalando a todos los niños que dejaban su diente debajo de la almohada.»